Pompeya, ubicada a pocos kilómetros de Nápoles, Italia, es uno de los lugares arqueológicos más visitados del mundo. Los restos de esta ciudad están extraordinariamente conservados, a pesar de haber sido sepultados por la erupción del volcán Vesubio, en al año 79 d. C.. Gruesas capas de ceniza los cubrieron y permanecieron así hasta 1748, año en que esas ruinas fueron descubiertas.
Durante las excavaciones, fueron encontradas cavidades en bloques de ceniza solidificada que habían contenido restos humanos. En 1860, el arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli sugirió rellenar estos espacios con yeso, obteniendo moldes que mostraban con gran precisión el último momento de la vida de los ciudadanos que no pudieron escapar a la erupción.
La mayoría de los expertos está de acuerdo en que la ciudad existía ya en el siglo VII a. C. Al momento de su destrucción, era un centro de desarrollo cultural y económico con una gran organización urbanística y vivían entre las 10.500 a las 15.000.