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La catedral del mar

En Barcelona, entre pasajes y calles estrechas, se encuentra un imponente templo representativo del llamado “gótico catalán”. Es la actual iglesia parroquial Santa María del Mar, construida entre los años 1329 y 1384.

El progreso de la ciudad en el siglo XIV y la piedad propia de la época promovieron la construcción de un templo que reemplazara a la antigua y pequeña iglesia románica dedicada a Santa María. Las autoridades apoyaron la iniciativa, los comerciantes aportaron dinero y el rey Pedro III dio su permiso para extraer las piedras necesarias desde la cantera real. Los obreros de carga y descarga de los barcos (los bastaixos), los pescadores y la gente sencilla pusieron sus manos y hombros para transportar las piedras necesarias. En la puerta principal de la iglesia, en cada una de sus hojas hay una representación de uno de esos hombres que ayudaron a la construcción.

El origen de la idea, así como el desarrollo mismo de la edificación del templo, sirvieron a Ildefonso Falcones para construir el argumento de su novela La catedral del mar (Grijalbo, 2006). A partir de este eje y usando la información histórica recogida en la Crónica de Pedro III, construye la trama de la historia de Bernat Estanyol y su hijo Arnau, protagonista de la mayor parte de la obra.

El campesino Bernat Estanyol huye de su tierra, junto a su hijo de pocos meses de vida. Los derechos de los señores sobre las mujeres recién casadas lo obligaron a dejar su propiedad y buscar la libertad en la ciudad de Barcelona. Después de vivir 14 años allí, muere ejecutado. Su hijo, que había encontrado en la imagen de la Virgen María a la madre que no había conocido, se integra a la construcción de la nueva iglesia dedicada a ella. Desde muy joven se inicia como un bastaixo, motivado por su gran fervor mariano.

Desde ese primer trabajo y sin dejar de colaborar con la construcción de “su” catedral, Arnau pasará de la pobreza a la riqueza. Vive las vicisitudes de la historia catalana y logra una considerable fortuna y poder en la ciudad, a través de su actividad de cambista.

Al finalizar la construcción de la iglesia y cuando esta es consagrada, Arnau se encuentra en una posición sólida social y emocionalmente. Junto a su esposa y su hijo son unos de los participantes importantes de esa celebración. Habían pasado 55 años desde el inicio de la construcción del templo y desde el momento en que él, como un pequeño niño, había descubierto a su “madre” en la pequeña escultura de la Virgen María.

Con un ritmo casi cinematográfico, la novela permite conocer la cotidianeidad de Barcelona medieval: formas de vida, costumbres, prejuicios, discriminaciones. Asimismo, se accede a la recreación de hechos históricos y al clima religioso y político de la ciudad, que traspasaba la existencia de cada uno de los habitantes de la ciudad. En síntesis, en sus casi 550 páginas la obra recorre las diversas dimensiones de la condición humanas, entretiene y entrega una visión histórica rica en detalles.