En la localidad de Calera de Tango, ubicada a 15 kilómetros al Sur poniente de Santiago, los jesuitas se establecieron en 1685. Allí levantaron una casa y un pequeño templo entre los años 1750 y 1753. Al momento de la expulsión de esos religiosos de los territorios del reino de España, en 1767, se había construido un amplio conjunto con 17 patios interiores. En ese lugar, se concentraron religiosos de los más diversos oficios: plateros, arquitectos, escultores, torneros, ebanistas, tejedores, sastres, herreros, boticarios, fundidores, relojeros, pintores y agricultores. Junto a estos, también llegó una imprenta, herramientas para trabajar la plata y maquinaria para las diferentes actividades, incluyendo la agricultura.
El interior de la casa y de la iglesia contaba con valiosas imágenes, cuadros, ornamentos y objetos sagrados ejecutados en los talleres de la hacienda. La platería actualmente se encuentra en la Catedral de Santiago.
En 1815, Fernando VII deroga la orden de expulsión. Esto permitió a la Compañía volver a instalarse en Chile para recomenzar su obra. Sin embargo, solo en 1912 recuperaron la propiedad de la hacienda.